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Futuro de la movilidad en las ciudades

Según las proyecciones de la ONU, en el año 2030 alrededor del 60% de la población mundial residirá en zonas urbanas, haciendo que las ciudades de nuestro planeta superen en total la cifra de 5.100 millones de habitantes.

El incremento de la presión poblacional en las zonas urbanas trae consigo un aumento de los desplazamientos cotidianos y supone un reto para las administraciones de las ciudades para conseguir una política de movilidad que no conlleve una mayor contaminación por las emisiones de los vehículos y al mismo tiempo evite los más de 1,3 millones de muertes anuales en accidentes de tráfico que se producen en todo el mundo.

En un informe publicado en 2016 por la consultora McKinsey reflexionaban sobre el futuro de la movilidad en las grandes ciudades y cómo es posible que, gracias a diferentes avances, se puedan desarrollar diferentes modelos que se adapten a las características demográficas y socio-económicas de estas urbes para evitar las congestión del tráfico y encaminarse hacia una ciudad más humana y sostenible.

Las tecnologías de la información y la aplicación de sistemas inteligentes a la regulación del tráfico y optimización de los recursos, unidas a los avances en vehículos eléctricos y autónomos y el impulso de las redes de transporte compartido son, a juicio de los autores del informe, la clave para conseguir una reducción del 90% del tráfico en la ciudad, conseguir que las emisiones de CO2 disminuyan en un 50% y que sólo se produzca un 10% de los accidentes de circulación que se producirían en las circunstancias actuales.

Para conseguir estos objetivos, se proponen 3 modelos de movilidad urbana diferentes en función del estado de desarrollo de las ciudades, nivel socio-económico y densidad de población

Modelo 1. Transporte Compartido y Limpio

Pensado para ciudades altamente pobladas de zonas en desarrollo con rentas bajas como Mumbai.  La clave de este modelo es apostar por desarrollar el trasporte público y fomentar el uso de vehículos eléctricos compartidos, disminuyendo así el número de vehículos en la ciudad.

Con esta estrategia, según McKinsey, se podría incrementar hasta el 2030 el PIB en un 2,9% sobre todo debido a las mejoras en seguridad que supondrían unos beneficios sociales de $2800 por persona.

Modelo 2. Transporte Autónomo Privado

Este modelo de desarrollo es adecuado para ciudades dispersas con alto nivel de ingresos en zonas desarrolladas como es el caso de Los Ángeles. En este caso se propone fomentar la compra de los ciudadanos de las periferia de vehículos eléctricos y autónomos que les puedan acercar hacia los centros de actividad donde establecer las redes de transporte público y compartido.

Con este modelo se calcula que se produciría un incremente del PIB de 0,9%, o lo que es lo mismo, $3300 por persona derivados de las mejoras en la autonomía personal.

Modelo 3.  Movilidad total

Como apuntan desde la consultora, este modelo es el que supone un mayor cambio respecto a la realidad actual y se podría producir en ciudades densamente pobladas de países desarrollados con rentas altas como es el caso de Londres. Se explora la posibilidad de una combinación óptima de transporte autónomo, compartido y público que ofrezca a los habitantes de las ciudades alternativas de movilidad eficientes, baratas y limpias.

Según sus cálculos los beneficios sociales del modelo de Movilidad total podrían alcanzar los $7400 por persona, impulsando el PIB en un 3,9% hasta 2030.